El arranque del cumplimiento de la tutela, con las supuestas disculpas del ministro de Defensa el pasado jueves, ha sido decepcionante. Sus declaraciones lindan con el desacato. O al menos adoptan esa fórmula colonial de “se acata pero no se cumple”. Pero el curso puede ser corregido. Presidente, por favor, cumpla integralmente esta sentencia, que es buena para toda Colombia y para el propio Gobierno.

Sobre la violencia que se vive en las regiones, a la que se responde con soluciones ramplonas, para el gobierno no ha sido posible dar cuenta de la sistematicidad en el asesinato a líderes y excombatientes a lo largo de los últimos meses. Por el contrario, la respuesta es afirmar que los últimos hechos de violencia son producidos por el narcotráfico.

Existe un mandato constitucional de implementar las políticas del Acuerdo de Paz de buena fe, pero los resultados de la política del gobierno durante estos dos años parecen ser contradictorios y que la poca paz que hay es inestable y sin duración.

El Sistema Interamericano ha sido, para muchas víctimas de violaciones de derechos humanos, el último recurso para obtener justicia y reparación. Esta crisis afecta la confianza que tiene la sociedad civil en el trabajo de la CIDH para defender sus derechos, en particular en contextos de graves violaciones de derechos humanos donde las víctimas no confían en la justicia a nivel local.

Tengo la esperanza de que esta alabanza al fanatismo sea hoy tan inaceptable como el secuestro. También me hago la ilusión, viendo cómo van las cosas hoy, de que esta carta de las Farc contribuya a que no vuelvan, como tantas veces en el pasado, esos que don Carlos E. Restrepo llamaba “los viejos queridos odios”, con sus guerras.

En ese espíritu de defensa de esta paz imperfecta y en dificultades, pero que avanza y es necesaria y justa, me uno a la convocatoria del movimiento “Defendamos la Paz” para que nos encontremos el sábado 26 en la conferencia internacional “El mundo exige la paz” por Youtube, La Línea del Medio y Facebook Live. Con ustedes, por la paz seremos más.

El derecho a la nacionalidad es un derecho fundamental porque es la puerta para poder acceder a derechos como la salud, la educación y el voto, entre otros. Las medidas del Gobierno y del Congreso —aunque son un avance importante— siguen quedando cortas frente a las dinámicas migratorias.

La policía, siguiendo el patrón establecido en la sociedad, opera de una manera clasista y racista, restándole valor a algunos seres humanos por su condición socioeconómica, por su color, o por su género, y estigmatizando organizaciones sociales y barriales.

En la mayoría de casos la música del Caribe tiene su origen en un sentido de celebración, por la alegría de la libertad ganada, por la expresión de una vida que continúa a pesar de las adversidades. Pero también tiene un sentido de dolor, por la tristeza de una libertad que parece incompleta, por la partida de seres queridos, por el amor no correspondido. El gran Joe Arroyo con su Rebelión lo expresa mejor que nadie.